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Cine:
Hacia una arqueología de las porterías |
Gaston Bosio |
Universitat
de Barcelona |
“Ya llamaré
yo a la portera para que te de las llaves de la casa”
Hable con ella, Pedro Almodóvar.
“Y luego, al final, tienen que venir a
mí, porque siempre tienes una llave”
Un portero barcelonés. |
1.
Introducción
En el marco de una investigación sobre porterías
(1), frente al
servicio de conserjerías, o frente a las nuevas formas de
organización del inmueble –como el surgimiento de empresas
de servicios o de mantenimiento, los contratos de vigilancia, la
figura del agente de seguridad, o lisa y llanamente, la propagación
del finiquito del contrato de porterías–, hubo que
visitar repetidas veces un sucesión de preguntas básicas:
¿Qué es una portería?, ¿Qué la
distingue en tanto tal? o ¿Qué la distingue de otros
servicios parecidos?, entre otras cuestiones.
Como las porterías tienen un siglo de existencia, los constreñimientos
legales, políticos y económicos, así como su
valoración social, han cambiado infaliblemente. Sin ninguna
pretensión sociológica, la selección cinematográfica
que acompaña este movimiento histórico persigue dos
objetivos. En principio, sugerir sucintamente un breve recorrido
con el objetivo de repasar algunos puntos relevantes en la historia
de las porterías, como por ejemplo, el fuerte contenido de
control social que tuvo en sus orígenes. Estas marcas históricas
rescatan restos que distinguen la profesión y que sirven
para explicar aspectos de las porterías observadas durante
la investigación.(2)
En segundo lugar, y como propósito principal, este trabajo
arqueológico sobre el cine viene a ilustrar y graficar la
observación participante realizada.(3)
En esta dirección de trabajo, la disposición espacial,
la vestimenta o el lenguaje, es decir, el cuerpo como un todo de
representación simbólica, permite una lectura de los
procesos sociales (Delgado 1999: 63).
El cuerpo del portero Gerardo de La hora de los valientes,
no es el cuerpo del portero Eulogio de La gran familia
o las porteras de Almodóvar. Cada uno de ellos reproduce
significantes sociales distintos, es decir, conforman un sistema
complejo de significados (Turner 1999:
50-51). Por tanto, el cuerpo que irrumpe de esta selección
cinematográfica, es un cuerpo que simboliza prácticas
sociales (Le Breton 2003: 125-135),
y es un instrumento útil para despuntar algunos aspectos
del núcleo de porterías observadas.
Por lo tanto, el principal objetivo del texto es ilustrar a través
del cine la observación participante realizada. Sin intentar
responder a aquella pregunta sobre la naturaleza del oficio, pero
con la curiosidad que emana de ella, el análisis que se desprende
del trabajo de campo realizado puede llegar a desvelar algunas consideraciones
explicativas de las porterías observadas. En este mismo movimiento,
la reflexión quizá contribuya sin proponérselo,
al cúmulo de especulaciones sobre aquella primera cuestión
planteada.
2. Cuerpo de las porterías
2. 1. Momento fundacional: jerarquización
y distribución espacial
En sus orígenes, la institución del criado-portero
estaba fundada en una relación jerárquica individualizada,
con una función de mediación, sobre un contexto de
ensimismamiento espacial y físico. Camus en Los santos
inocentes (4) coloca
la morada del criado, justo en el limen, sobre el borde del tapial
que separaba el casco de la estancia del resto del campo. Ésta
será la ubicación simbólica que gobernará
su posición como personaje liminal destinado a la intermediación,
y es desde este lugar que el portero irrumpirá en la urbe,
física y metafóricamente.
El criado está enclavado entre dos espacios simbólicos:
el campo y el territorio cercado del cortijo. El lenguaje de Paco
refiere una situación de relación jerárquica
amo-criado (5), que transita
hacia una relación laboral-contractual, es decir, profesionalizada
(Muñoz 2004).(6)
La película de Mario Camus es un elemento precioso que referencia
análogamente un escenario campestre-rural alejado de las
grandes ciudades y que necesitaba de personal para mantener esas
estructuras edilicias monumentales, origen presunto de esta institución
de la modernidad. Como vemos, el criado forma parte de los restos
arqueológicos de las porterías. Por lo tanto, la figura
del portero estará inevitablemente asociada a la pertenencia
a una comunidad geográfica (Graham
1994: 1-23). Lugar y portero van de la mano. Posición
física, por otra parte, que definirá una de las actividades
principales del servicio: la función de control.
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(Imagen Nº1: La Régula, la criada
abre la puerta de la entrada. La casa de ellos está ubicada
al margen derecho, formando parte del linde del cortijo)
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Camus muestra que
esta pertenencia es una pertenencia a un espacio liminal. Por tanto,
esta ubicación será congénita a la institución.
La ubicación de la raya (7)
está metafóricamente lejos de la idea de progreso y
simboliza el desequilibrio entre unos personajes y otros (Lee
and Newby 1983: Ch. 4). La escena que simboliza más claramente
este quiebre es el encuentro entre la Marquesa y Asarías. Entonces
“la Régula”, hermana de Asarías, ensaya
explicaciones a la señora Marquesa y a su hija para que acepten
a Asarías en el cortijo. El portero es la bisagra de conexión
entre un mundo y otro, y además juega un rol de intermediación
concreto. Es decir, en la génesis de las porterías,
aparece con claridad esta disyuntiva que juega entre saber-poder y
sumisión-servicio.
Conocer “la vida y los milagros de todos da una cierta capacidad
de control, pero es al mismo tiempo una situación precaria
que acentúa la dependencia con el otro” (V.V.A.A.
2004: 50-80). Paco tiene que lidiar con “el portero emergente”
en el seno de su propia familia. En una escena se produce el siguiente
diálogo entre el padre y su hija: |
- “Padre:
doña Purita andaba anoche abrazándose con el Señor
Iván. Madre, ¡qué besos!.
- Tú calla la boca, niña….¿Sabe alguien
que los vistes juntos?
- ¡Quién lo iba a saber! Si eran más de las doce…
- De esto, ni una palabra… ¿me oyes? De estos asuntos
de los Señoritos, tú: oír, ver y callar…”,
le ordena Paco. |
Esta problemática
de la proximidad física está desarrollada con relativa
agudeza en una película de Luis Buñuel titulada Viridiana.(8)
La mise en scène también transcurre en un cortijo
del campo y los personajes logran un ensimismamiento físico
total, a punto que Ramona, la criada, tiene un doble acercamiento
a los dos dueños del cortijo y va más allá que
los criados de Los santos inocentes. En la primera parte
del filme tiene una relación de sumisión con Don Jaime
que la lleva a ejercer de voyerista, con el objetivo de informar
a su patrón. En la segunda parte, deja de mirar por las mirillas,
para consumar una relación erótica-amorosa con el nuevo
dueño del cortijo, simbolizando un total ensimismamiento físico.
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(Imagen Nº2: Ramona, la criada de Don
Jaime, mira por la mirilla los movimientos de Viridana).
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Este portero que
refleja el cine, voyerista y omnipresente, es preciosamente
representado por la portera Alicia, que en una entrevista realizada
meses antes de jubilarse relató y ejemplificó en presencia
del investigador su exhaustivo conocimiento del inmueble y de los
vecinos: |
"Aunque
no vuelva la vista para atrás, yo ya sé quién
ha bajado y quién sube…A lo mejor yo misma estoy ahí,
tomándome la leche, o una pastilla y digo: "ha bajado
la señora Rita", digo yo pá mí. Se vuelve
y me dice: "buen día señora Alicia". Es que
son muchos años (Risas)". |
En definitiva, esta
pertenencia a una comunidad geográfica, es decir, a un espacio
concreto, lo ensimismará físicamente, arribándose
a una forma de conocer muy típica de las porterías.
Estamos en presencia de un conocedor omnipresente. El portero
será capaz de distinguir ruidos, movimientos, formas de caminar,
de abrir, cerrar puertas, voces, además de tener conocimiento
exhaustivo de la vida de los miembros de la comunidad.
2. 2. El portero para-estatal Para Camus el criado se mantiene
en la esfera de lo informal. La irrupción del contrato situará
a la institución bajo la órbita de los intereses públicos,
orientando la tarea de los porteros hacia la función de control
de los incipientes los movimientos obreros y sindicales. Las porterías,
al ser autorizadas a ejercer funciones registrales, operarán
como verdaderas barreras de acceso, control y vigilancia en el espacio
del inmueble (Muñoz 2004).(9)
En este sentido, La hora de los valientes es una película
que muestra fidedignamente este portero.(10)
Gerardo, el portero, es enseñado en el ejercicio de sus funciones
registrales. Mercero en una escena ilustra perfectamente este portero
profesionalizado que opera como agente de control social. Una brigadilla
sube a realizar un registro en el inmueble de Flora, acompañada
por Gerardo que, en plena faena registral, tiene una especie de
carpeta y la repasa presentando con nombre y apellido a cada uno
de los habitantes del departamento: |
- “Flora
Martínez, la dueña de la pensión. Vive con Filomena
Ruiz, una criada…”, le comenta Gerardo al jefe de la Brigada. |
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(Imagen Nº3: El portero, con ropa de
fajina, hoja de registro de habitantes del inmueble en la mano,
entre el jefe de la brigada y Flora.)
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Pero después
de la caída de la República, nuestro portero realiza
la misma faena, esta vez, respondiendo a la demanda de una guardia
franquista. Por lo tanto, lo que muestra esta película son
todos estos cambios jurídicos que reconocen la institución
como tal, y que hablan de un portero para-estatal, verdadero agente
de control social (Scheerer-Hess 1997:102-104).
A partir de aquí, la función de control será
–con otros matices, evidentemente–, una de las principales
tareas del portero. La película de Mercero ayuda a comprender
el fuerte contenido de control al que estuvo asociado el portero en
sus orígenes y que ha marcado la actividad hasta el día
de hoy. Una de las informantes al ser consultada sobre esta actividad,
dice: |
“Hombre,
claro, es una de mis funciones…si yo, viene una persona, que
no he visto nunca, mi obligación es decirle: "oiga, por
favor, ¿a qué piso va?". Pues, "voy a tal
sitio", y yo vigilo, que por el peso del ascensor yo ya sé
si va al tercero o al cuarto…por ejemplo, hay una señora
que va pidiendo. A lo mejor, yo subo, y le digo: "oiga, no toque
ningún sitio más, porque me han dicho que Usted va llamando…"
. |
En el interior del
inmueble del portero Gerardo se prefigura una comunidad, que en principio,
gira en torno al sentido geográfico, es decir, al espacio común
del inmueble (Graham 1994: 1-23). Esta
comunidad estaría integrada por todos aquellos que viven en
el inmueble y que por lo tanto, tienen referencias comunes: lugares
de tránsito colectivos, gastos, intermediaciones forzadas y
un portero (Lee and Newby 1983: ch. 4;
Willmott 1986: ch. 6). A partir de
aquí, localización y función
serán congénitas a la institución. La presencia
de las porterías estará enclavada en el medio del flujo
de interacción del espacio del inmueble con poderes públicamente
reconocidos para intervenir y requerir información. Se reconoce
su existencia, como un servicio privado, pero con una fuerte dependencia
a las fuerzas públicas.
En definitiva, al estar instalado en el edificio entra en relación
con los miembros de la comunidad. A modo de ejemplo, Gerardo, el
portero de La hora de los valientes, participa en la boda
de Manuel. Es invitado y forma parte del círculo de los protagonistas
de la película. Es decir, está en contacto con aspectos
de vida privada de las gentes con las que se relaciona, pero, por
el otro costado, tiene necesariamente que estar sujeto a las disposiciones
normativas y a las funciones del servicio. Esta actitud requiere,
por lo tanto, que en sus relaciones e intermediaciones juegue con
aspectos de cercanía y lejanía, aspectos privados
y públicos, de confianza y desconfianza. Por lo tanto, este
sujeto liminal debe lidiar como un orfebre, un sutil equilibrio.
Mercero sugiere el meollo de los estereotipos que nos llegarán
hasta la actualidad de servil, chivato, chafardero y poco fiable,
y que escenarizan, en alguna medida, los problemas que surgen de
la intermediación entre vecinos y portero (V.V.A.A.
2004: 50-285). |
- “Alguien
ha visto a Manuel meter en tu casa una fulana...
- ¿Pero qué dices?, ¡hombre!. Si Manuel todavía
no ha llegao.
- Sí, que ha llegado, Flora. ¡Alguien que yo me sé,
los ha visto subir, y me ha informado como era su obligación!
- ¡Gerardo, chivato!”, canta el niño sobre el fondo
de la escena. |
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(Imagen Nº4: Gerardo, el portero para-estatal.
Coloca un cartel con la bandera Republicana sobre la puerta del
edificio. Con la caída de la República, arremete
imperturbable con una bandera de España.)
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Gerardo metaforiza
el conflicto con su vecina a través de la “obligación
profesional”. Por los momentos históricos en los que
está asentado el filme, el portero debe sutilmente divagar
entre el deseo imperativo del Estado, y el cúmulo de relaciones
informales que se generan cotidianamente con los vecinos. Gerardo,
en sus dos variantes, no sólo coloca pancartas republicanas
y banderas franquistas, sino que cumple fehacientemente como autoridad
registral, y por lo tanto, está forzado a negociar, intermediar
y lidiar con la comunidad de vecinos que le es próxima.
2. 3. El portero como agente moral
Una vez consolidada la dictadura, el portero sufre una situación
paradójica. Por un lado, existe cierta estabilidad del métier,
pero, por otra parte, comienza a sobrevenir una incipiente desvalorización
de la profesión. En La gran familia (11),
el vocabulario técnico-registral comienza a deformarse y
a poblarse de neologismos.
Recordemos que La gran familia es una película
que abarca el período que se produce a posteriori de fines
del cincuenta y década del sesenta.(12)
En este contexto, Eulogio quiere especializar y tecnificar su lenguaje
frente a las nuevas profesiones liberales que encarnan los jóvenes
de La gran familia (arquitectos, abogados, médicos,
diplomáticos, técnicos, etc,), pero alcanza el ridículo.
Todas sus expresiones están plagadas de neologismos irreconocibles:
|
- “…
acaban de echarme una repremendación, y todo porque el Señorito
Críspulo ha hecho otro barbarismo. Ha preponderado los calcetines
de la corresponsalía….Es un supositorio, pero muy aproximativo,
o sea se, problemático… Perdonen el incomodismo, ha habido
una disconfusión. Los que han traído la cesta se han
preponderado…”. |
El portero, por tanto,
es representado como una persona amable, casi insulsa, que saluda
con respeto a todo el mundo. Apostado sobre la escalera leyendo el
diario, al salir unos vecinos, se saca la gorra y saluda con un “buenas
tardes”. Se lo presenta como una persona agraciable, formalmente
educada, pero analfabeta. Ya no encarna la violencia simbolizada por
Gerardo. |
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(Imagen Nº5: Eulogio, el portero de
la Gran Familia, dialogando con los futuros profesionales del
franquismo).
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El salto de agente
cuasi-público de control a profesión de servicio provoca
un cambio en la valoración social de la profesión. Es
sintomático que los personajes lo miren risueñamente.
Fernando Palacios combina estos elementos de depreciación axiológica
de las porterías, pero no olvida el aspecto de cercanía
física y espacial. Eulogio sigue teniendo acceso a la vida
privada de los vecinos. Este nuevo corrimiento lo ubica a las puertas
del estigma del portero que “se mete en vida de los demás”.
En esta línea, en La gran familia encontramos la génesis
del complejo catálogo de estigmatizaciones que deshilvanará
posteriormente el cine de Almodóvar. Eulogio emite ciertos
juicios sobre la vida privada. Tal es el caso de los repetidos diálogos
donde se queja del comportamiento de Críspulo –uno de
los hijos de la gran familia–, por destrozar los ascensores
o molestar al vecindario.
El proyecto de portero como agente moral, guardián de los
valores del franquismo, es puesto en escena cuando emite un juicio
sobre la vida privada de los personajes. Eulogio y el cartero son
interrumpidos por la joven adolescente de la gran familia
que espera correspondencia de su novio. El cartero se sorprende
de la puntillosa obsesión de la joven enamorada que conoce
los días exactos de reparto de carta, a lo que Eulogio comenta:
|
- “El
amor y el ordenamiento no están reñidos”. |
Sus sentencias son,
entonces, el catálogo de un verdadero agente de la moralidad
e instrumento para la expresividad del esteticismo franquista que
encarna el filme: ausencia de valores políticos, pluriempleo,
cristianismo, familia, casamiento y una idea de progreso. Al mismo
tiempo, los ajustes jurídicos colocan la institución
a las puertas del contrato privado, aunque continúan las políticas
intervencionistas del Estado, forzando a los propietarios de inmuebles
a contratar personal del cuerpo de ex–mutilados, es decir, ex–combatientes
franquistas.(13) Recordemos
que Berlanga en La escopeta nacional (14),
cuando el empresario catalán le propone sancionar un decreto-ley
para la venta forzosa de porteros automáticos, el Ministro
falangista lo dirá expresamente:
- “¿Extinción
de porteros, porteras, vigilantes…Eliminar justo los que nos
son más fieles a nosotros, eliminarles así de un plumazo?”.
Por lo tanto, Eulogio, en tanto que agente moral del franquismo,
se sitúa entre dos cuerpos de estigmatizaciones: el portero
chivato y chafardero. Su núcleo de atención comienzan
a ser los vecinos, desligándose progresivamente de las funciones
públicas.(15)
Lo rescatable de la figura de Eulogio es que, a diferencia de Gerardo,
ya no está pendiente del ingreso de las fuerzas públicas.
Se vuelca a intermediar e interrelacionarse de forma exclusiva con
la comunidad de vecinos. En este sentido, Eulogio experimenta un
relativo sentido de inclusión de la institución, como
bien cuenta María, una portera que comenzó a ejercer
el metier por aquella época:
- “Es que antes era distinto
¿sabes? La gente se daba más, era como que había
más vida, más familia… como más con los
vecinos, nos pasábamos tardes enteras hablando con todos,
como en familia.”
El portero de Palacios ilustra este sentido de más comunicación,
más familia, porque dialoga con la gran familia,
cuenta sus problemas y participa en la vida familiar. Con los vecinos
de mayor edad, tanto Alicia como María, ambas tienen una
relación completamente diferente. Alicia, por ejemplo, les
baja las bolsas de basura, cosa que no hace con los vecinos nuevos.
María, por otra parte, distingue claramente entre el trato
de antes y el de los nuevos vecinos. Dice nuestra informante:
- “Amistad, amistad con
esta gente (en referencia a los nuevos)... una amistad pasajera,
no una amistad metida, amistad de meterte en tu casa. Amistad era
unos señores que salíamos, que vivían aquí,
que íbamos a su casa, que íbamos a todos los sitios,
que íbamos los fines de semana a jugar al bingo con esta
gente”.
Eulogio, como María o Alicia, dan cuenta de un tipo de relación
con la comunidad de vecinos que ha sido rescatado en la investigación.
El “meterse en la casa” es una frase que condensa excelentemente
esta acción de meterse físicamente y emocionalmente,
y que refleja una diferencia de trato entre la portera y los vecinos
que acceden a ella, y los que no. En la observación se pudo
ver repetidas veces cómo los vecinos de más confianza
se “meten en la casa” de la portera, que es a la sazón,
el despacho de la portería. A diferencia de otros, que se
mantenían afuera, y demandaban la asistencia de la portera
sin introducirse en el espacio de la portería.
2. 4. El portero como agente prestador
de servicios
El filme No desearas al vecino del quinto (16)
pone en escena el cuerpo del portero plurifuncional y permisivo,
representado gráficamente cuando la mujer de Antón
irrumpe en el inmueble totalmente ofuscada por la infidelidad de
su marido, e increpa al portero Antonio para que le brinde la información:
- “¿Dígame
si Antón Gutiérrez vive o no aquí?”,
casi gritando pregunta la mujer… “Dígame si vive
o no. ¡Hable!”, le grita. “¡Dígamelo!”,
le vuelve a increpar.
- “Sí... en el séptimo”, contesta el portero
inclinando la cabeza y los hombros.
Al mismo tiempo, el portero es un agente que trabaja fuera de horario
y que comienza a realizar un cúmulo de tareas informales
relacionadas con su servicio. En una de las escenas que sucede a
altas horas de la noche, los personajes entran al edificio y Antón
dice:
- “¡Le voy a dar
yo…, un encargo a Antonio... anda bajad, bajad…!”,
dirigiéndose a sus amistades. “¡Antonio…!
¡Anda!, súbenos seis paquetes de rubios…”.
Estas dos escenas ejemplarizan la merma del portero en tanto que
agente de control, y el creciente ámbito informal de funciones.
Ámbito, por cierto, muy amplio, y que va desde el favor a
los vecinos, el pago de impuestos, el cuidado de niños, hasta
intervenciones mediadoras frente a los prestadores de servicio.
María relata: |
- “Por
ejemplo si algún vecino se ha olvidado de pagar la luz –por
eso se la cortan–, entonces vienen con la escalera. Lo traen
todo, a mí solamente me dicen: ‘venimos a cortar la luz
de tal piso’, ‘hombre, pues, no se la corte porque tiene
niños’” |
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(Imagen Nº6: La esposa de Antón
increpa al portero. El portero permisivo del Landismo extiende
sus funciones hacia ámbitos informales de intervención).
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Alicia, por su parte,
es más exhaustiva a la hora de enumerar su catálogo
de actividades informales:
- “…y vienen y me
dicen: ‘No es horario Alicia pero, lo siento, les dejo las
llaves’..., a veces que cuidas un bebé, que cuidas
a una persona, llevas a los niños al colegio… Mire
una vez, un señor vino, a las once de la noche, y le contaron
que una de sus hijas, la más pequeña de las dos, son
tres, se encontraron que le dijeron: ‘mamá hemos cenado,
pero no tenemos agua’. Entonces, pues no hubo más remedio
y pensaron: ‘pues voy a llamar a la señora Alicia,
bajo, le toco y le digo: oiga, deme la llave que me ha cortado alguien
el agua’… Claro que sé de qué va. Yo tengo
mi llave diaria de aquí".
Antonio pone en juego este portero, que está disponible
a altas horas de la noche, para realizar actividades que sobrepasan
sus funciones legales y contractuales. Por lo tanto, el objetivo
político del filme parece claro. En el programa político
del Landismo la institución se va consolidando como un servicio.
(17) La compleja red
de intervención formal e informal otorga un rol importante
para con los vecinos: cobro de impuestos, pago de alquileres, recolección
de basura, limpieza del inmueble, intervención informal frente
a corte de servicios por falta de pago, reparación de objetos
domésticos, cuidado de niños, etc. Al mismo tiempo,
estas concesiones, favores, preferencias de parte del portero a
sus vecinos comenzarán a ser un distintivo del oficio. Por
tanto, mientras la institución representa algún tipo
de funcionalidad –en tanto que idea de reconocimiento y de
sentido–, su existencia en el tejido urbano estará
garantizada (Augé 2002: 39).
2. 5. La portera chafardera
El salto del Landismo al modernismo Almodovariano dará cuenta
de una nueva tendencia estética, económica y política
(18), provocando la
reducción progresiva del poder de mediación e intervención
informal del portero:
- “Ha cambiado la basura,
que del ochenta y pico la baja ellos. Luego ha cambiado, por ejemplo
lo de pagar los recibos. Porque ahora todo el mundo paga por el
banco...antes firmaba todas las cartas de los vecinos. ¡Todas!...
Pero hace unos años para acá que los vecinos no quieren
que firme las multas. También ha cambiado lo de la luz y
el agua. Ahora cuando vienen y les pido algo… no...., más
bien no, más bien dicen: ‘nosotros tenemos una orden
de cortar esta luz, y la tenemos que cortar’, ‘hombre’,
‘lo siento, no puedo’. En el rellano están las
cajas de luz, alimentan los pisos, entonces la cortan desde el rellano”.
Esta disminución en sus funciones es un golpe que ha sido
asestado por nuestras informantes y la comunidad de vecinos. Alicia
dijo:
- “…es que se quejan,
y dicen que no hacemos nada…que para cuándo me jubilo…
me preguntan… es que quieren vender el apartamento…”.
En la misma línea de análisis, Pedro Almodóvar
incorpora otro elemento de análisis que grafica esta depreciación,
y que radica en la representación que devuelve la institución
de las porterías contrastando marcadamente con el sentido
de modernidad (Le Breton 2003: 138;
229-263). Se pasó a una sociedad donde casi todo es vendible
o comprable (Godelier 1998: 292). Frente al silencio y la asepsia
del individualismo, los porteros estaban obligados a decir la verdad
y transmitirlo todo:
- “Yo solo estoy obligada
a decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad”,
repite Chuss, la portera de “Mujeres al borde de una ataque
de nervios”. (19)
Este lenguaje de intermediación con los vecinos está
acompañado de una gestualidad que refuerza el estigma de
metidas, incultas, brutas, dependientes de la televisión
y viejas (Le Breton 2004: 61-83).
Almodóvar pone en evidencia una discursiva demodé,
y en plena decadencia, y entiende que el chafarderismo es una cuestión
de género. Las porteras son mujeres, entradas en edad, y
todas “muy metidas y curiosas”. Es decir, el director
las eternizará como “chafarderas”, anacrónicas
y decadentes. (20)
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(Imagen Nº7: Catálogo gestual
de las porterías. En la imagen de la izquierda, el Señor
Iván le pide que no diga nada, y la portera le responde:
“solo puedo decir la verdad, toda la verdad y nada más
que la verdad”. A la derecha, la portera de ‘Hable
con ella’ le cuenta a Marco que Benigno no le ha dicho:
“ni pio”).
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La gestualidad es
un todo que incluye, no solamente movimientos corporales que acompañan
su discurso, sino, posiciones del cuerpo, forma de vestirse, lenguaje,
forma en la que dispone de los espacios, decoración, miradas,
giros, cuerpos avejentados, etc. En definitiva, la chafardera viene
de la mano de una política de la gestualidad que es una verdadera
técnica corporal (Mauss 1997: 363-386).
Por eso, ante la pregunta sobre qué es chafardear, María
comentó:
- “Y... meterse en la vida
de los demás. Por ejemplo miraban por la mirilla de la puerta
para ver quién llegaba, a qué hora, con quién...”.
- “¿Pero Mary, chafardear es mirar solamente?”.
- “No. Chafardear es todo. Mirar, hablar, meterse, todo...”.
La portera chafardera continúa la traza iniciada por el
Landismo. Su cuerpo envejece y los márgenes entre un mundo
cultural y otro, se profundizan cada día más. Las
diferencias culturales y estéticas, entre unos y otros son
insalvables. El diálogo entre la portera y el periodista
de Hable con ella (21)
es un ejemplo maniqueísta, pero ejemplo al fin, del propósito
estético del almodovarismo: |
-
“El pobrecillo, ¡ni ha tenido suerte ni en la cárcel.
Que poquita publicidad se le ha hecho! Aquí no ha venido
ni una mala televisión, ni un mal paparazzi, con tanto programas
basura que hay y ninguno se ha dignado a venir…no sé…a
hacerme una entrevista a mí, por ejemplo…, es muy triste
como están los masa-media en este país…
- Sí… en eso tiene razón…”, le contesta
Marco.
La forma de expresión, estereotipada, refiere una forma
de vida privada despreciable a los ojos del realizador. Nada más
lejos que el anonimato que pregona la modernidad y el propio Almodóvar.
La figura del portero está en las antípodas de este
proyecto, anclada a su portería en la puerta de entrada,
espiando el ingreso de todas las personas y metiéndose en
la vida de los demás. De hecho, la portera tiene otras preocupaciones
y otra velocidad que la diferencia de los personajes almodovarianos:
- “Éste es un trabajo
tranquilo… sin muchas complicaciones. Yo me tomo el tiempo
para ir haciendo las cosas por la mañana, y a eso de las
doce, ya me voy para el mercadillo para hacer las compras, luego
ya subo y abro como a eso de las cinco… y estoy aquí
todo el tiempo, sabes, viendo la tele… cuidando que no dejen
las bicicletas en el hall…, charlando con las vecinas, o esperando
visitas…”. |
Como la portera de
Benigno que, ante la entrada de Marco, se queda largo rato esperando
y mirando detrás de la cortina de su puerta para ver qué
quiere hacer el periodista, María se pasa las tardes tejiendo
con el televisor prendido. De esta manera, deja la puerta abierta
y puede de reojo mirar qué pasa en el hall de entrada. En definitiva,
progresivamente deja de pertenecer al grupo, en tanto, identidad cultural
compartida (Graham 1994: Ch. 1). La
institución, comienza a estar atada solamente a los principios
de pertenencia geográfica y un mínimo grado de funcionalidad
(Lee and Newby 1983: Ch. 4). |
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(Imagen Nº8: El cuerpo de la portera
chafardera: planta baja, en la entrada del edificio, con la puerta
siempre abierta).
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2.
6. La Comunidad sin portero Todo este proceso de deflación
y de contracción simbólica es acompañado por
la reducción del espacio físico. En el cine de Almodóvar,
Becky del Páramo compra la vivienda que fue de sus padres
cuando éstos trabajaban de porteros (22).
En un momento el trabajo de porterías fue de la mano de la
provisión de la vivienda. Pero a medida que se avanza en
la línea del tiempo, los porteros comienzan a ser expulsados
progresivamente de la estructura del edificio. Por lo tanto, de
una situación de ocupación física y de ensimismamiento
corporal con los vecinos del inmueble, se pasa a una situación
de expulsión en tres variantes: finalización del contrato
de porterías, reemplazo por un contrato de conserjería,
o servicio de seguridad privado.
Una de las informantes ha sufrido este ir y venir por la estructura
del edificio. María, cuando entró, vivía en
partes separadas. Una parte de su casa, que hace las veces de despacho,
está en la planta baja. Allí tiene la cocina y un
baño. La otra parte de su casa quedaba en el entresuelo.
Con los años, debió alquilar en el mismo edificio
y abandonó como depósito las habitaciones. La propietaria
no quiso proveerle una vivienda y además, una vez jubilada
nuestra informante, terminará el contrato de portería.
En el edificio de Alicia han esperado a su jubilación para
vender el departamento que habitaba y han contratado un servicio
de conserjería.
Para Alex de la Iglesia el espacio físico de las porterías
desaparece literalmente, por tanto, desaparece el portero, y arrastra
tras de sí, toda tentativa de lenguaje. El director introduce
dos manifestaciones antagónicas del proyecto de disminución
espacial de las porterías: el agente de seguridad y la comunidad
sin portero. |
|
(Imagen Nº9: Expulsión del portero:
Becky del Páramo adquiere el departamento que antiguamente
fue la portería en la que trabajaron sus padres).
|
Controla el orden
en un espacio, pero no realiza tarea alguna en el edificio. El agente
de seguridad es presentado como un agente moral de la modernidad:
eficiencia, seguridad y no intermediación.(23)
Esta parodia llega a su ápice cuando uno de los personajes
de El día de la bestia (24),
Santiago Segura, entra en el hall y saluda al agente con un inaudible
“Fuck you…!”. La torpeza y la desprolijidad que
encarna el personaje hacen que vaya llenando el tapiz de patatas fritas
sin lograr inmutar al agente. Esta asepsia se traslada a todo su accionar:
no necesita de la palabra. Es un agente que debe conservar la dinámica
de los espacios de la sobremodernidad (Augé
2002: 104-110). |
|
(Imagen
Nº10: El agente de seguridad de Alex de la Iglesia: estereotipado
con el pelo rapado, el traje cuasi-policial y una mirada que no
requiere el soporte de la palabra) |
Este programa
continúa con La comunidad sin portero (25),
brindando un testimonio de las nuevas formas de organización
del inmueble. En definitiva, el portero de Alex de la Iglesia es
el no portero. Con su cine desaparece el espacio físico de
las porterías. Se termina el programa que comenzaba a sugerir
el cine almodovariano: ausencia de intermediarios en los espacios
de circulación comunes (Graham
1994: 3-7). Irrumpe el agente de seguridad que reemplaza al
portero, pero a diferencia de éste último, no vive
en el inmueble, le está prohibido por ley realizar tareas
de limpieza, no reparte la correspondencia, y debido a su régimen
de trabajo por turnos rotativos, no tiene la proximidad física
que tiene el portero. Por lo tanto no conoce como el portero.
- “La propia Guardia Urbana
a veces lo dice, desde que hay menos porteros hay más abandono
en las calles. Lo que pasa es que el portero conoce de una forma...
conoce al vecindario [...] cuando ya lleva un tiempo, ya conoce
a la gente del barrio…”.(26)
Por lo tanto, tanto el agente de seguridad como Julia simbolizan
la prescindibilidad del sentido de comunidad circunscrito a un sentido
geográfico (Delanty 2003: 20-21).
A través del cine de Alex de la Iglesia se arriba a una simbolización
de la “comunidad negativa”, es decir, la comunidad de
aquellos que no tienen comunidad (Blanchot
2001: 83).
3. A modo de conclusión.
Las porterías de Alicia y María están marcadas
por esta multiplicidad de elementos en términos de liminalidad,
sentido territorial, ensimismamiento físico, control y vigilancia,
profesión de servicio, chafardería y gestualidad,
devaluación de la profesión o aparición de
otras formas de organización del inmueble.
La pertenencia a una comunidad geográfica de forma continua
y la posición liminal del portero parecen presentarse como
las circunstancias distintivas que, a primera vista, permitirían
una primera aproximación al análisis de las porterías
de las informantes. Como vimos, tanto el criado de Camus como Gerardo
y las porteras de Almodóvar tienen sus porterías-viviendas
en las plantas bajas de los inmuebles respectivos. Por lo tanto,
la portería-vivienda es un espacio que define una apropiación
geográfica particular, la cual podría marcar una primera
línea de diferencia con otras profesiones, fundamentalmente
el contrato de conserjería.
Este vivir de forma permanente en el ámbito del inmueble
les permite arribar a un conocimiento exhaustivo del lugar, del
tránsito y de las gentes. Como testimonian María y
Alicia, la posición de ensimismamiento físico con
la comunidad de vecinos, les permite una forma de conocer diferente:
conocen, saben, escuchan y sienten, sin siquiera mirar. Estas porteras
encarnan a un conocedor omnipresente hacia todos los espacios.
Por ejemplo, de cara a la comunidad cuando reconoce:
- “Siento los pasos, los
que bajan por las escaleras, los que entran y salen. Los que salen
ahora, Usted no me dice adiós, no me dice buen día,
me es igual, porque yo en el pisar ya sé quién es.
¿Entiende lo que le quiero decir?” (Risas).
Pero también, este conocimiento no sólo se limita
a la comunidad de vecinos, sino que se extiende a todas las áreas
de influencia del inmueble:
- “En el verano, aquí
en el hall, hace mucho calor. Entonces, con Manolo (su marido),
sacamos las sillas a la vereda, y nos pasamos toda la tarde afuera
con las niñas (sus nietas)… además conversamos
con los vecinos… es que nos conocemos todos acá en
el barrio…”.
Esta forma de conocer implica el desarrollo de una gestualidad
corporal y física que, en ciertos casos, implica una apropiación
muy particular de los espacios (Le
Breton 2004: 48). El portero, en consecuencia, se apropia del
lugar de entrada, y esta apropiación es compleja en el sentido
de que, no sólo forma parte de un espacio que se siente como
propio, sino que es un espacio que está impregnado por el
estilo de la portera. Alicia, hablando del mostrador de entrada
de su portería, dice
- "Lo friego cada
día y cuántas veces. Porque hay obras diferentes,
unos hacen el baño, la pieza, la cocina, considero que es
mi casa… también unas plantas de plástico que
las puse yo... son de plástico, pero mi dinero me han costado...
(risas)… si no quieren poner un duro. Si hace treinta y seis
años que no pintan la escalera” (Risas).
María también se apropió de la entrada y enumeró
las modificaciones que hizo su marido:
“…y esto todo, lo
pintó mi marido. Estaba a la miseria, no lo arreglaban y
dijimos ‘bueno, total, no cuesta nada’. Lo mismo que
estas plantas y las luces. Todas las fuimos cambiando nosotros.
Esto no estaba así…”.
El hall, entonces, en tanto que lugar de ingreso irremediable a
la estructura del edificio, está doblemente connotado. Tiene
una dinámica impresa por el estilo del portero y, por lo
tanto, remite simbólicamente a una de sus principales funciones:
el control. La película de Mercero da cuenta del fuerte contenido
de actividad de control y vigilancia con el cual fueron concebidas
las porterías en las primeras regulaciones legales. Recordemos
que el hijo de Flora lo tilda de “chivato”. Esta función
de control al acceso del inmueble se constituirá hasta el
presente como una de las características distintivas que
gobernará el servicio hasta la actualidad. Como dijo Alicia:
- “Mi obligación
es decirle: ‘oiga, por favor, ¿a qué piso va?’".
Pero control y conocimiento del inmueble van de la mano. La misma
informante brindó testimonio de este conocimiento omnipresente
mezclado con las funciones de control:
- "Alguien me dice, ‘pues
voy a tal sitio’, y yo vigilo, que por el peso del ascensor
yo ya sé si va al tercero o al cuarto…”.
El segundo de los elementos, y que viene a sumarse al primero,
es la posición marginal del portero. Como vimos en Los santos
inocentes, el criado está enclavado simbólicamente
en el limen. A la manera de las funciones registrales de Gerardo,
el portero reconoce al “transeúnte en tanto que persona
circunstancialmente sin edificio” que quiere aventurarse en
el espacio del inmueble (Horta 2003: 187-197).
Esta posición marcaría doblemente al portero. Es decir,
sería un personaje liminar entre los extranjeros que quieren
acceso a la comunidad que vive en el inmueble, pero al mismo tiempo,
como Gerardo, Eulogio, Antonio o Chuss, sería un intermediador
entre los vecinos (Horta 2003: 187-197).
A causa de esta posición, el discurso de las porterías
está plagado de figuras metafóricas que connotan liminalidad,
intermediación, negociación o conflicto. Recordemos
que el portero de Mercero, de cara al conflicto con Flora, metaforiza
su posición como una obligación profesional.
En la misma línea, se han recopilado un conjunto de metáforas
que lo definen como: azafata de avión (27),
diplomático (28)
o psicólogo (29);
pero quizás, la figura más significativa, es mundología:
- “Es algo que no se estudia
en ningún lugar, que se aprende sobre la marcha. Saber tratar
a cada persona diferente, como a esa persona le gusta estar tratada.
Tener mano derecha o mano izquierda, depende como se llama ¿no?
Pues es eso. Si a una persona mayor le gusta que se la trate de
usted y tal y cual y a otra le gusta tener más confianza
y tal …. saber... encontrar la manera de coger la manera que
se queden todos contentos”. (30)
Este equilibrio que requiere la profesión es verbalizado
también por María, que cuenta que una vez fue citada
a declarar en un juicio por desalojo y, frente a la incomodidad
que representaba estar entre el locatario y la propietaria del edificio,
dijo:
- “Yo no iba, sino
a favor de la dueña. Bueno, yo no iba ni a favor de uno,
ni a favor de otro. Yo solamente tuve que decir lo que veía.
Yo delante de él dije la verdad, y como que era verdad lo
que yo estaba diciendo.... él aquí venía a
trabajar. Luego se marchó de aquí porque lo echaron…
pues yo al contrario, pelearme con la gente no me gusta, entonces
paso de todo”.
En consecuencia, y producto de la intermediación con la
comunidad de vecinos, surgirán, al margen de sus obligaciones
contractuales, un cúmulo de actividades, digamos, informales.
El catálogo de demandas de los vecinos es bastante vasto
y atípico y dependerá del estilo de ejercicio de cada
portería. En la observación participante pudo verse
desde pedidos de revistas, cuidados de niños, encargos de
compra o pedidos de favores a cualquier hora del día. Por
lo tanto, más allá de las obligaciones contractuales
habituales de Gerardo, Eulogio, Antonio o Chuss controlando la entrada
al edificio, limpiando las escaleras, distribuyendo llaves de departamentos,
repartiendo cartas o haciendo obras de reparación de electricidad
o de mantenimiento del edificio en general, el portero Antonio deberá
salir a comprar cigarrillos a altas horas de la noche para Antón;
o Manolo, esposo de María, deberá proveer de bombillas
a una vecina porque ésta se olvidó de comprarlas y
tiene una urgencia.
Por lo tanto, en tanto que personaje que intermedia con la comunidad
de vecinos, tanto el cúmulo de sus actividades formales e
informales como el mismo ejercicio de la portería, estarán
impresos por su estilo personal. El testimonio más gráfico
de este ejercicio personalísimo ha sido relatado por María
y su esposo. Desde que llegó a la portería en los
años sesenta, ella está permanentemente acompañada
por su loro venezolano, Paco. Un día, un funcionario de la
compañía eléctrica vino como de costumbre a
mirar el contador de la luz. Antes de entrar al edificio, pica el
interfono y avisa a las personas que viene a medir el gasto de electricidad.
Manolo, el esposo de María, relata:
- “Vino el hombre que viene
a mirar la luz, y picó a la puerta y el loro dijo: ‘¿Dónde
va?’.
- Dice el hombre: ‘A mirar la luz’.
- Dice el loro: ‘¿Otra vez?’.
-‘¡Hombre, otra vez..., si no la he mirado todavía!’.
Entonces el loro empezó a reírse: ‘ha, ha, ha’.
- ‘¿Oiga, se va
a reír? ¡¡¡Ya no la voy a mirar, así
que de mí no se ríe nadie!!!’
Se enfadó el hombre y se fue. Y una vecina de arriba lo vio
y le dijo: ‘Abajo hay un chaval, un mal educado, que le he
dicho que voy a mirar la luz y me ha dicho: ‘¿dónde
va?’, y le he dicho: ‘a mirar la luz’, y entonces
empieza a reírse, sabe’.
Y le dice la mujer: ‘¡No! Si es un loro’.
- ‘¡No, qué va a ser eso! Es un chaval, un mal
educado, porque ha empezado a reírse’.
Entonces, le dijo la señora: ‘ve abajo, que abajo vive
la portera, que le enseñará la luz’.
Bajó y entonces subió arriba y cuando vio el loro
dijo: ‘¡Me cago en la madre que lo parió al loro,
¿será posible?’ (Risas).”
Paco, el loro, tiene incorporado el lenguaje y las formas de María.
Esta escena donde el loro “puede hacer las veces de portero”,
ilustra la magnífica interpretación de parte de Paco
de la actividad del portero. El loro está impregnado por
el rol de su amo y, por otra parte, el animal contribuye a donar
un estilo propio a la gestualidad de la portería (Le
Breton 2004: ch. 2). El poder hacer las veces de portero requiere
que la puerta de la portería esté abierta. De esta
manera, el loro puede escuchar el ingreso de las personas. Es un
elemento risueño, divertido y pintoresco, que denota no sólo
el carácter de María, sino también, un estilo
que es festejado por algunos vecinos del inmueble que entablan conversación
con el animal o preguntan por él, pero que es completamente
ignorado y hasta rechazado por otros. Por tanto, la portería
es ignorada como tal. Como explica la misma informante: “Adiós
y Buenas”. En el revés del movimiento, Paco termina
simbolizando un elemento más de depreciación de las
funciones de la portera y de su integración con la comunidad
de vecinos.
- “Antes había más
comunicación, más vida, más familia. Pues bueno
todo bien, como más comunicación con los vecinos,
más... íbamos a los pisos de los que han fallecido,
íbamos a los pisos y echábamos la parte del domingo,
del sábado como familia… Ahora la gente va más
a lo suyo como más despreocupados: ‘adiós y
buenas’ y a lo suyo. Si tienen que dar un recado me lo dan.
Del ochenta y pico para acá”.
Por lo tanto, estos nuevos vecinos dan cuenta de cierto corrimiento
en la valoración de la figura del portero.(31)
Parecería ser que el portero está ensimismado espacial,
física y moralmente con una comunidad que ambiciona lo contrario:
“ahora la gente va más a lo suyo”, según
la fórmula de María (Cohen
2003: 69; Blanchot 2001: 28-30).
En otras palabras, si las porterías son sometidas a los efectos
de la desterritorialización de la comunidad (Delanty
2003: Ch. 7-8) es razonable que sufran algunas consecuencias.
En consecuencia, a la luz de esta arqueología de los cuerpos
del portero que irrumpen en el cine, y que han servido para ejemplarizar
parte de la observación, deberían leerse toda la problemática
que aluden Tacones lejanos, El día de la bestia
o La comunidad, como son: el contrato de conserjería,
el agente de seguridad, la expulsión del portero del ámbito
del inmueble, e inclusive, la misma figura del portero de hoy. |
BIBLIOGRAFIA |
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NOTES |
1
- Les porteries a Barcelona. Entre Espai públic i privat,
financiado por el Inventari del Patrimoni Etnològic de Catalunya
(IPEC) de la Generalitat de Catalunya, y tiene el apoyo del Centro
de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). El programa
forma parte de una investigación comparativa con diferentes
países de Europa (Francia, Inglaterra, Noruega e Italia),
desarrollada durante los años 2002-2004 bajo la coordinación
del Dr. Joan Bestard. [tornar]
2 - El trabajo de observación participante
está centrado sobre dos porterías del barrio de Sant
Antoni de Barcelona, ubicadas a dos calles de distancia la una de
la otra. Todos los testimonios pertenecen a las porteras María
y Alicia, salvo los señalados expresamente. Se utilizan asimismo
algunas fuentes informativas del grupo de investigación.
Las entrevistas grabadas fueron realizadas el 6 de febrero del 2002
y los días 19/2 y 20/2 del 2003 (V.V.A.A.
2004: 50-285). [tornar]
3 - En cuanto al criterio de selección,
hubo dos órdenes de preocupaciones. Primeramente se planteó
un dilema en torno a la cuestión de una recopilación
total –tarea de por sí, presuntamente impracticable–,
o de una selección discriminatoria de películas. En
segundo lugar, algunos miembros del grupo de investigación
sostuvieron que debía privilegiarse una producción
fílmica de orden más localista. En base a estas preocupaciones
es dable remarcar que: a) en una recopilación total se correría
el riesgo de privilegiar la ficción en desmedro de la observación
participante, b) la selección de películas de origen
españolas, y no catalanas, es una herramienta que ilustra
de manera figurativa la línea de constreñimientos
históricos, políticos y jurídicos sobre los
que navegó la figura del portero (Giddens
1988: 204-207), c) por lo tanto, el criterio de selección
privilegia la observación participante; en este sentido,
las escenas de las películas tienen como propósito
enfatizar, poner de relieve y mostrar dicha información (Delgado
1999: 77). [tornar]
4 - Los santos
inocentes, basada en la novela homónima de Miguel Delibes,
fue rodada por Mario Camus con guión del propio Mario Camus,
Manolo Matji y Antonio Larreta, Suelvia Films, España, 1984.
[tornar]
5 - Véase Martínez
2002 y Web:
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0717-68482002002700009&script=sci_arttext&tlng=es,
ISSN 0717-6848, pp. 126-129. [tornar]
6 - De hecho, el primer rastro o signo
de las porterías aparece recién, en el artículo
9 del Real Decreto del 6 de noviembre de 1877 y el reglamento del
15 de noviembre de 1878, donde los porteros son citados por primera
vez en el ordenamiento positivo español. Las leyes hablaban
de “nombramientos” y “vacantes”, pero no
hace referencia alguna a contrato laboral, idea por cierto, incorporada
en el derecho positivo español entrada la primera mitad del
siglo (V.V.A.A. 2004: 8-50). [tornar]
7 - Casa precaria de paja y adobe ubicada
en el medio del campo, lejos del cortijo, sin servicios de luz,
ni agua, donde vivían Paco y su familia, antes de ser trasladados
a la casa de los criados junto al linde del cortijo. [tornar]
8 - Viridiana dirigida por Luis
Buñuel, guión de Luis Buñuel y Julio Alejandro
de Castro, Gustavo Alatriste P.C., España, 1961. [tornar]
9 - La norma establecía la obligación
de dar cuenta a la Comisaría del Distrito, Inspección
de Vigilancia o Alcaldía de cualquier “noticia o sospecha
fundada” de delitos, la obligación de “facilitar
a los agentes de la autoridad cuantas noticias les interesaren relativas
a los habitantes del edificio”, y la obligación de
llevar adelante un registro de los habitantes del inmueble (V.V.A.A.
2004: 8-50). [tornar]
10 - La hora de los valientes,
film de Antonio Mercero, guión de Antonio Mercero y Horacio
Valcárcel, Enrique Cerezo PC, España 1998. [tornar]
11 - La gran familia, de Fernando
Palacios. Guión Rafael J. Salvia, Pedro Maso, Antonio Vich.,
1962, Pedro Maso producciones cinematográficas. España.
[tornar]
12 - El gobierno franquista había
instaurado un sistema de incentivos para la promoción del
cine, calificando las películas para facilitar o restringir
su circulación en las salas de exposición. La
gran familia obtuvo la mejor calificación, síntoma,
en definitiva, del interés y la importancia política
que tuvo el film. El filme es una apología de una familia
numerosa tipo y se adscribe a todos los valores deseados por el
imaginario franquista. [tornar]
13 - Durante la dictadura, se modificaron
las normativas de las porterías y se sancionó las
leyes para conformar el “Benemérito Cuerpo de Mutilados
de Guerra por la Patria”, donde se estableció una pauta
porcentual a disposición de la Junta Inspectora de Mutilados
para cubrir las vacantes de porterías con miembros de la
misma (V.V.A.A. 2004: 8-50). [tornar]
14 - La escopeta nacional, dirigida
por Luis G. Berlanga. Guión: Luis García Berlanga
y Rafael Azcona. Compañía Internacional Cinematográfica
SA, España, 1978. [tornar]
15 - Las regulaciones legales de la época
son un síntoma de este nuevo viraje. Nacen las primeras disposiciones
en materia laboral (V.V.A.A. 2004: 8-50).
[tornar]
16 - No desearás el vecino
del quinto, película dirigida por Ramón Fernández,
con guión de Juan José Alonso Millán y Sandro
Contienza, Coproducción Española-Italiana, Atlántida
Films SA., y Fida Cinematográfica, 1970. [tornar]
17 - El Landismo refiere el nombre de
Alfredo Landa y ha quedado como una manifestación estética
que comienza en la década de los setenta y finaliza en el
año 78. [tornar]
18 - Los criterios de eficiencia económica
del sector privado se trasladaron a la gestión pública
y estatal. Se privatizaron empresas públicas y las que quedaron
bajo la órbita estatal comenzaron a operar con políticas
de gestión y comercialización de empresas privadas
(Bourdieu 1992: 87). [tornar]
19 - Mujeres al borde de un ataque
de nervios, escrita y dirigida por Pedro Almodóvar,
1988, El Deseo S.A., España. [tornar]
20 - La profesión desde sus inicios
estuvo monopolizada por los hombres, y el ingreso de las mujeres
a las porterías ha sido progresivo y paulatino. En la actualidad,
según las fuentes de CCOO, el porcentaje de porteros y porteras
en Barcelona es más o menos parecido (V.V.A.A.
2004: 51-80). [tornar]
21 - Hable con ella, guión
y dirección de Pedro Almodóvar, El Deseo S.A., 2002,
España. [tornar]
22 - Tacones lejanos, escrito
y dirigido por Pedro Almodóvar, coproducción CIBY
2000-El Deseo S.A.-TF1 Films production, España, 2000. [tornar]
23 - Las diferencias con el servicio
de porterías, son claras: a) el agente de seguridad depende
de una empresa privada, b) se le prohíbe taxativamente hacer
tareas de limpieza, recolección de correspondencia, etc.
c) las agencias trabajan con turnos rotativos, lo cual impide una
proximidad exhaustiva con la comunidad de vecinos. Véase
Ley 23/1992 de 30 de julio, de Seguridad Privada (BOE núm.
186, de 4 de agosto) y modificatorias. [tornar]
24 - El día de la bestia,
dirigida por Alex de la Iglesia, guión de Alex de la iglesia
y Jorge Guerricaechevarria, España 1995. [tornar]
25 - La Comunidad, dirigida
por Alex de la Iglesia. Guión de Jorge Guerrica y Alex de
la Iglesia, España 2001. [tornar]
26 - Entrevista realizada por Nadja Monnet
y Flora Ñuñoz al Sr. Rueda, Presidente de CCOO/Catalunya,
Via Laietana 16, 6 de julio de 2001, ciudad de Barcelona (V.V.A.A.
2004 : 50-286). [tornar]
27 - Entrevista realizada por Nadja Monnet
y Flora Muñoz al Sr. Rueda, Presidente de CCOO/Catalunya,
Via Laietana 16, 6 de julio de 2001, Barcelona (V.V.A.A.
2004: 50-286). [tornar]
28 - Entrevista realizada por Gabriela
de la Peña a un portero de la calle Dr. Trias i Pujol, Pedralbes,
los días 31 enero 2002, 7 de febrero de 2002 y 9 de mayo
de 2002 (V.V.A.A. 2004: 50-286). [tornar]
29 - Entrevista realizada por Pablo Romero
Noguera, los días 26 de octubre, 9 de noviembre y 16 septiembre
de 2002, Barrio de Sarriá-Sant Gervasi (V.V.A.A.
2004: 50-286). [tornar]
30 - Entrevista realizada por Nadja Monnet
el 16/4/03, calle Urgell (V.V.A.A. 2004:
50-286). [tornar]
31 - Según el Colegio de Administradores
la población de EFU roza tres mil, cuando en los años
sesenta arribaba a nueve mil. Entrevista realizada por Nadja Monnet
y Flora Muñoz al Sr. Pérez, Presidente de la Asociación
de EFU de Barcelona y Provincia, el 8 de mayo de 2002 (V.V.A.A.
2004). [tornar]
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