Recordando el tema de esta mesa redonda " Ritual, religión
y poder " (2),
me gustaría empezar diciendo que mi presentación tratará
menos de religión y más de ritual y poder. Voy a tratar
en concreto de la importancia del rol de la percepción en
los rituales de busqueda de capacidades de acción, es decir,
de poder, practicados por diferentes pueblos ameríndios de
la alta amazonia. Parte del interés que la percepción
ha despertado en mi trabajo y, de una manera general, el interés
por la afectividad en la vida social, tienen su origen en la propia
evolución de los estudios de antropologia amazónica,
área cultural donde desarrollo mi trabajo de campo. Por esta
razón, empezaré por resumir brevemente la evolución
reciente de la antropología de esta región para mostrar
despues como mis proposiciones se incluyen en esta evolución
La antropología de las sociedades indígenas de las
tierras bajas de América del Sur se ha convertido en estos
últimos años en una de las etnologías regionales
más vigorosas. La crónica de este interés creciente
se remonta a unas tres décadas atrás. Hasta los años
70, la Amazonia indígena había sido el terreno de
predilección, por un lado, de una ecología cultural
donde lo social era determinado por la naturaleza (3)
y, por otro lado, de un idealismo sociologista donde la sociedad
era reificada como una noción a priori del análisis
etnográfico concreto
(4). La imagen que esta antropología proporcionaba de
la amazonia era la de una área cultural cuyas sociedades,
diseminadas y ahistóricas, aparecían como arcaicas
y fosilizadas en el tiempo. Estos estudios no hacían en realidad
sino reflejar los vestigios de una larga tradición del pensamiento
europeo que, de una manera o de otra, consideraba al indígena
amazónico como sujeto pasivo de su destino. Cierto es que
esta supuesta incapacidad para afrontar la historia se veía
corroborada por un estado de aparente letargia política que
los pueblos amazónicos mostraban en comparación a
la turbulencia de las sublevaciones coloniales y movimientos revolucionarios
que marcaron el final de la descolonización y el nacimiento
del tercermundismo en todo el planeta. Todo esto hacia de la Amazonia
una región del mundo marginada y, paralelamente, una área
cultural con una influencia muy marginal en el conjunto de la reflexión
antropológica.
A partir del último cuarto de siglo hace irrupción
un hecho que socava este estado de cosas secular: el nacimiento
de las primeras organizaciones indígenas amazónicas.
Estas organizaciones reclaman, bajo formas distintas, el derecho
de los pueblos indígenas a ser actores vivos de su propio
devenir. Esto tiene una implicación directa sobre el trabajo
de la antropología que de pronto debe dar cuenta de estos
discursos indígenas forjados precisamente contra la hegemonía
del discurso " occidental " o " colonial ".
Simultáneamente, el numero de antropólogos que empiezan
trabajos de campo en las tierras bajas aumenta y los resultados
en términos de artículos y monografías no se
dejan esperar. Estos antropólogos disfrutan además,
en general, de una mejor formación y mayor grado de profesionalización
que los de la generación precedente. Por consiguiente, los
trabajos de campo son mas prolongados y los datos mejor contrastados
y comparados con los estudios de historia y de lingüística
que también empiezan a desarrollarse paulatinamente. Como
afirma A.C. Taylor (1984), si hasta los años 70 se habían
escrito unas 50 monografías, esta cifra se ha multiplicado
por cuatro en los dos decenios posteriores y sigue en aumento hoy
en día (5).
La salida de la marginalización de la Amazonia pasaba por
enfrentar el problema que suponía adaptar los útiles
epistemológicos heredados de substratos etnográficos
ajenos a los nuevos fenómenos e instituciones que aparecían.
Es decir, a pesar de que formen parte del arsenal teórico
del conjunto de la disciplina, conceptos tales como segmento social
o linaje, por ejemplo, fueron forjados por la etnografía
africanista para explicar unas formaciones sociales específicas
de aquella parte del mundo, de la misma manera que las nociones
de casta y de jerarquía son encuñadas para comprender
fenómenos sociológicos que aparecen en el subcontinente
índico, por citar otro ejemplo. Si bien es cierto que estos
conceptos deben mostrar su capacidad explicativa para ser considerados
como conceptos analíticos por la antropología en general,
es igualmente cierto que el problema para una antropología
regional naciente es precisamente redefinir estos conceptos heredados
y crear otros de nuevos cuando la realidad se resista a un marco
epistemológico predeterminado. De esta manera los estudios
amazónicos ofrecen nuevas problemáticas y, por consiguiente,
perspectivas originales para resolverlas, contribuciones que, no
sólo atraen la atención, sino que ejercen una influencia
cada vez más acentuada sobre la etnología de otras
regiones y continentes (6).
Algunos autores hablan incluso de la inflexión amazónica
en la teoría antropológica, al igual que anteriormente
se habló de la supuesta inflexión africana o melanésica.
La fuente principal de reflexión crítica para la
antropología amazónica surge en el momento en el que
se quieren describir unas sociedades cuyas estructuras no parecen,
a primera vista, organizarse alrededor de unas instituciones que
definan la naturaleza del vínculo social de integración
colectiva, al contrario de instituciones como la jerarquía
de casta en la India o las sociedades de linajes en África,
por seguir con los mismos ejemplos. Es así como, con el fin
de adaptar los instrumentos teóricos de los que se disponía
en aquel momento a la naturaleza de estas sociedades, cuya morfología
resiste al análisis en razón de su débil grado
de institucionalización, A.Seeger, R.Da Matta y E. Viveiros
de Castro publican en 1979 un artículo donde proponen abordar
la sociológica amazónica a partir de las teorías
indígenas de la construcción de la persona y, más
concretamente, de las formas del tratar el cuerpo. Estos autores
avanzan la idea de que las culturas de las tierras bajas de Sudamérica
establecen sus representaciones culturales y sus prácticas
sociales sobre la reproducción de personas más que
sobre la formación y reproducción de grupos.
Desde los primeros trabajos pioneros (Albert 1985 ; Carneiro da
Cunha 1978 ; Crocker 1977 ; C. Hugh-Jones 1979 ; S. Hugh-Jones 1979;
Taylor 1985 ; Viertler 1979 ; Viveiros de Castro 1979) un número
considerable de artículos y monografias que adoptan esta
perspectiva se han ido publicando y no parece que esta popuesta
este agotada. En efecto, en solo lo que concierne la Amazonia occidental,
donde yo mismo he desarrollado mi trabajo de campo, las recientes
monografías de Ph. Erikson (1996), J.-P. Goulard (1998),
P.Gow (1991) y D. Karadimas (1997), o los artículos sobre
los grupos Jivaro de A. C. Taylor (1993a, 1994, 1996, 2000) muestran
no solo la clarividencia con la se planteó este programa,
sino también su fecundidad y actualidad.
Debido quizás a la complejidad que todos estos estudios
muestran respecto a la corporalidad y a su relación con otros
aspectos de la cultura, se está desarrollando últimamente
un programa paralelo centrado en el fenómeno de la percepción.
La razón del interés creciente por la percepción
puede tener una explicación simple: como insisten disciplinas
como la fenomenología o la psicología de la percepción,
lo propio del cuerpo es de " sentir ", de " percibir
". Se podría decir por consiguiente que la preeminencia
de la corporalidad en Amazonia reclama la primacía de la
percepción, puesto que si pudiéramos definir el cuerpo
en lo más esencial, a partir de la acción que le es
propia, deberíamos concluir que esta es pura y simplemente
la acción de percibir (7).
Dentro de este interés por la percepción lato sensu
que ha aparecido entre los amazonistas en estos últimos años
tenemos un gran abanico de enfoques. Por un lado, tenemos, por ejemplo,
los trabajos recientes de A.C. Taylor (1993b, 1996, 2000), la tesis
de G.H. Shepard (1999) o algunas de las contribuciones del volumen
editado por J.Overing y A. Passes (2000) que tratan más bien
del sujeto perceptivo, sus sensaciones y sus afectos. Por otro lado,
tenemos unas investigaciones más interesadas por las consecuencias
de tomar en cuenta una perspectiva perceptiva al analizar los discursos
indígenas sobre cosmos y las entidades que lo pueblan (ver
por ejemplo Arhem 1993, 1996, Chaumeil 1989; Descola 1986, 1992,
1993, 1996a, 1996b, 2001; Lima 1996; Rival 1993; Viveiros de Castro
1992, 1998)(8).
Ahora bien, lo que une a todos estos trabajos (tan dispares en inspiraciones
teóricas, áreas de estudio y objetivos intelectuales),
su mínimo común denominador, es la voluntad de situar
el sujeto perceptivo en el centro de la reflexión antropológica,
como paso ineluctable para comprender las teorías locales
de la persona, de lo social y del cosmos.
En base a este análisis del estado actual de la evolución
de la antropología amazónica mi propuesta pretende
realizar una síntesis de estas orientaciones. Esta síntesis
consiste en tratar la corporalidad como punto focal de la percepción
de perspectivas. Dicho de otro modo, si lo que parece heurístico
para comprender las sociedades amazónicas pasa por las nociones
de corporalidad y de percepción, lo que propongo es examinar
las implicaciones de tratar el cuerpo como lugar de la percepción
(9).
Para abordar este programa, la primera consideración a tener
en cuenta es que, por los útiles analíticos que posee
a su disposición, y hasta quizá por la misma naturaleza
de su objeto de estudio, la antropología no puede hablar
demasiado de la percepción en sí misma. Ella puede
en cambio describir las teorías locales de la percepción
y como estas se inscriben en el cuerpo, analizar la afectividad
derivada de estas teorías en las interacciones sociales y
analizar la lógica de la variabilidad de todo esto expresada
por las diferentes sociedades. También puede, en un segundo
momento, examinar las implicaciones que estos discursos ejercen
sobre los instrumentos teóricos habituales de la antropología,
tradicionalmente alejada de estos temas (10).
Un trabajo de campo de casi tres años en la Alta Amazonia,
con un grupo indígena llamado Candoshi, me ha permitido llevar
a la practica estas ideas. Los Candoshi se encuentran establecidos
sobre los afluentes del Pastaza, al norte de la Amazonia peruana.
Con una población cercana a 2000 personas, este grupo indígena
está estrechamente relacionado con los Shapra y culturalmente
muy próximos al conjunto étnico jívaro.
La noción central de la teoría candoshi de la percepción
es la noción de corazón, magish en lengua candoshi.
Los candoshi afirman sin ambigüedad que ven con el corazón.
Incluso en los sueños dicen ver con el corazón. Magish
es también el punto de convergencia de los diferentes elementos
que forman la persona y esto por una razón simple: el corazón
no solo precede la ontogenesis sino que impulsa el proceso de desarollo
tanto físico como social de ésta. En efecto, se cree
que el principio vital pre-embrionario se encuentra en la sangre,
bajo la forma de un coagulo sanguíneo. Después de
ser introducido mediante el esperma en el útero de la mujer
empezara progresivamente a desarrollarse. El primer órgano
que se crea durante la embriogénesis es el corazón.
De hecho es el corazón que gracias a sus latidos impulsará
este proceso. Como la diferencia entre desarrollo biológico
y social de la persona no se distinguen conceptualmente, el embrión
se convertirá en una criatura y esta evolucionara hasta convertirse
en un adulto socialmente hecho teniendo siempre el corazón
como núcleo impulsor. Así, los dos componentes más
importantes de la persona, vanotsi, que se podría
traducir por cuerpo pero que hace referencia a la sustancia que
lo compone, y vani, concepto traducido por " alma "
por los misioneros pero que designa la intencionalidad que anima
a la persona y da forma a su cuerpo, interaccionan a través
del corazón.
En tanto que punto focal de la percepción, el corazón
determina dos planos como cualquier otro punto focal de un sistema
sensible (una cámara fotográfica o un ojo por ejemplo)
: el plano exterior en contacto con el mundo y el plano interior
contenido en el cuerpo perceptivo. Las relaciones, culturalmente
estabilizadas en los discursos, que se establecen entre el punto
focal y estos diferentes planos las llamo estados. Tres son
estas relaciones: la del punto focal con el plano interior (los
estados de ánimo), la del punto focal con el plano exterior
(el estado de cosas) y la relación entre las relaciones precedentes
(el estado de hecho).
Los estímulos que el corazón recibe del exterior
encuentran resonancia en su interior y es por esto que este órgano
da cuenta de la vida interior subjetiva, tanto de las aptitudes
intelectuales como de las facultades afectivas, ámbitos que
en realidad no son distinguidos por los candoshi. Los estados que
estos estímulos suscitan en el foco de la sensibilidad los
llamo los estados de ánimo.
En efecto los Candoshi consideran que sólo en el corazón
se sitúan los diferentes estados y facultades que nosotros
llamaríamos psíquicas, incluyendo además otros
procesos de orden más somático. Este hecho fundamental
de la etnopsicología candoshi se expresa en la gran cantidad
de expresiones cuyo sujeto es el corazón, magish.
Estas expresiones hacen referencia a todos los aspectos de la actividad
interior de tal manera que una distinción se hace conceptualmente
imposible. Bajo la rúbrica de lo que nosotros consideraríamos
como actividades afectivas tenemos las siguientes expresiones como
ejemplos (entre paréntesis la traducción literal):
magich kama (corazón dulce) el sujeto no tiene ningún
problema; magich kisa (corazón jubiloso) el sujeto
tenía un problema pero ya se resolvió; magich mantsatarich
(corazón feo) pena, preocupación por la muerte
de un familiar, por ejemplo; magich shabatamaama (corazón
curado) expresa el alivio después de la solución de
un problema; magich tsiyantámaama (corazón
furioso) expresa el estado colérico. Se pueden citar como
ejemplos de estados psico-somáticos magich tsipatara
(corazón que desaparece) para expresar un estado de desfallecimiento
temporal o la muerte; magich tit titi tit onomatopeya de
los latidos del corazón; magich yáaramaama
(corazón reparado) para expresar el restablecimiento de una
enfermedad; magich yootarita (corazón en falta) para
hablar de la percepción de una patología. Las actividades
intelectuales tienen también el corazón como lugar,
como lo demuestran los siguientes ejemplos: magich mamarpamaama
(corazón relampagueando) para decir que se equivoca o magóanamaama
que quiere decir aprender o comprender. El corazón es el
centro también de las cualidades de la personalidad: magich
kapogo (corazón grande) para calificar a alguien determinado,
capaz e inteligente; magich pakshi (corazón pequeño)
antónimo de la anterior; magich doni (sin corazón),
para describir el sujeto cuya conducta carece de sentido.
Los principios que conforman la persona " vanotsi ",
" vani " y el corazón " magish ", no
son atributos exclusivos de la persona humana. Animales pero también
vegetales, fenómenos metereológicos, espíritus....pueden
poseer estos principios hecho que demuestra que para los candoshi
no existe una definición que establezca un limite ontológico
a la noción de persona. En todo caso, este límite
no se corresponde con el de la definición de humanidad universal
propia del pensamiento occidental, que incluye solo a los miembros
de la especie humana. En realidad, la diferencia de especies, o
mejor dicho, la diferencia morfológica de cuerpos, no es
el signo de una diferencia de esencia sino de una distinta intensidad
intencional, es decir de una diferencia en la capacidad de percibir
y de actuar. Las facultades afectivas y las disposiciones para la
acción hacen que un cuerpo adquiera una determinada forma.
Para los Candoshi esta diferencia se expresa por la fuerza de imponerse,
por la preponderancia que muestra un ser: los signos corporales
pueden ser la posesión de dentadura u otro órgano
potencialmente agresivo como cuernos, uñas, lancetas, etc.
La jerarquía de esta sociedad heteróclita de humanos
y no humanos es encabezada por el jaguar. Entre los humanos, los
grandes guerreros son los que mayor aptitud tienen. Estos seres
préeminentes son los que poseen el corazón más
grande, que les otorga capacidades superiores de interacción
en el mundo moldeando un cuerpo acorde a estas facultades sensibles
mayores. Si las resonancias del mundo sobre el corazón las
he llamado " estados de ánimo ", todo esto que
aparece en el contacto sensible entre el corazón y el mundo
lo llamo " estado de las cosas ".
El tamaño del corazón, o lo que es lo mismo, la potencia
que posee para percibir y actuar, es determinante para dar cuenta
del peso específico de una persona. Hay personas como la
tortuga que tienen un corazón pequeño y por lo tanto
un nivel bajo de intensidad de animación, en el sentido de
dotado de alma. Al contrario, otros tipos de seres tienen un gran
corazón que les hace mas valientes y determinados. Ahora
bien, tal y como estamos exponiendo estos contenidos, podría
parecer que toda especie tiene un tamaño y tipo de corazón
predeterminado. En realidad esto no es exacto. La propia vida de
una persona y, en particular, su determinación para implicarse
en los asuntos que le conciernen, le cambian el corazón reforzándolo.
La forma concreta en que esto pasa se puede describir a partir de
los rituales más importantes realizados por los candoshi:
los magómaama. Para todos los ámbitos importantes
existen estas prácticas rituales: para la curación
de patologias, para favorecer la caza y la fertilidad de las rozas,
para mejorar las relaciones conyugales y parentales en general,
etc. Con el fin de mostrar en que consisten estos ritos nos centraremos
en el magómaama para la búsqueda de visiones
arutam, considerado el mas importante y que describiremos
muy sucintamente. Lo primero que podemos decir es que este ritual
es compartido por todos los grupos jivaro. Existen variaciones entre
ellos pero solo en algunos aspectos formales. La versión
candoshi afirma que tres son los momentos en la vida de una persona
para iniciar una búsqueda de visión arutam:
al fin de la adolescencia para adquirir una primera visión
; para recuperar el ánimo despues de haber expuesto la vida
en el contexto de las guerras y vendettas o despues de un parto
por ejemplo; siempre que hay que arriesgar la vida y en particular
antes de enrolarse en una expedición guerrera o antes de
parir. En cualquiera de estas situaciones los hombres y mujeres
candoshi emprenden una severa abstinencia alimentaria y sexual combinada
con la toma de narcóticos, en un lugar apartado de los asentamientos
familiares, siempre en un relativo aislamiento, aunque acompañados
de un mentor. El objetivo es conseguir una visión donde un
anciano, estereotipo de un gran guerrero o de una ama de casa ejemplar,
aparezca ofreciendo un mensaje de longevidad al visionario. El primer
signo de la inminencia de esta visión serán unas imágenes
terroríficas que dejarán paso a la aparición,
en general, de un animal. El tipo de animal y su significado dependerá
de las capacidades que se le atribuyen en el ámbito requerido
por el practicante: un jaguar si se busca una aptitud para la guerra,
un raton si se busca tener un parto facil, etc. Frente a estas visiones
el practicante no debe atemorizarse. Es así como de pronto
aparecerá el espectro del anciano y le dirá que va
a vivir mucho tiempo y que no se preocupe por las circunstancias
a las que debe hacer frente en el futuro. El anciano le ofrecerá
una bola de luz que el visionario ingerirá. Esta bola de
luz se instalará en el corazón para dotarle de capacidades
de percepción y acción renovadas. El practicante se
reincorporará a la vida ordinaria y no contará nada
de su experiencia. Sin embargo no podrá disimular una actitud
mas vivaz y una mayor disposición a responder con determinación
a los desafíos para los cuales ha emprendido la búsqueda
de la visión. Esta nueva aptitud en sí misma cambia
el escenario de los hechos, cambia lo que llamo los estados de
hecho, por que la noticia de su nueva disposición se
extenderá rapidamente afectando a todo su entorno social.
Por ejemplo, si de lo que se trata es de prepararse para un conflicto,
la noticia atemorizará a sus enemigos, a la manera de especie
de guerra sicológica, llegando incluso a disuadirlos de emprender
una acción bélica. Hay que añadir que la estructura,
secuencia y finalidad explicita del ritual de búsqueda de
visión arutam es similar a todos los otros magómaama
practicados para otros campos de actividad. Como indica la forma
verbal que sirve para nombrarlos, y que puede ser traducida por
algo así como el actuar del corazón (recordemos que
la raíz mag designa el corazón), estos rituales
pretenden adquirir una repontenciación de las capacidades
perceptivas atribuidas a este órgano para hacer frente a
los desafíos de los hechos de la vida. Lo que tienen en común
para llamarse de la misma manera es, en definitiva, que explotan
todas las interacciones posibles con las entidades que forman el
estado de cosas para que invadan y recombinen los estados de
ánimo a través del corazón, con el fin
de adquirir poder, o lo que es lo mismo, nuevas capacidades de acción
y percepción que posibilitarán un nuevo estado
de hecho. Dicho sucintamente: el ritual hace surgir del sentir
las capacidades de actuar.
Las consideraciones teóricas que han introducido este artículo
y la experiencia etnográfica particular con los Candoshi
me permite proponer algunas hipótesis con carácter
general en lo que concernie la realción entre percepción,
ritual y poder, que podrían constituir la base de un trabajo
de índole comparativo. Una primera idea es que debe existir
en las teorías autóctonas de la persona un punto focal
de la percepción, como mínimo. Este o estos puntos
focales deben estar situados en el cuerpo o guardar una relación
con la corporalidad, por el mero hecho de que lo propio del cuerpo
es percibir. Se debería explorar, a continuación,
si alguno de estos puntos en particular es concebido como el núcleo
de la noción de persona al preceder al embrión en
el proceso ontogenético. Por esta misma razón, se
puede examinar si, por el hecho de ser considerado núcleo
de la persona, este punto es el lugar de convergencia de los diferentes
componentes, atributos o principios que, habitualmente se piensa
en antropología, conforman tal persona. En caso de que sean
varios los lugares en la anatomía considerados focos de percepción
se debe analizar el rol de cada uno en este ámbito de análisis.
En tanto que puntos focales de percepción, que determinan
por consiguiente una interioridad donde resuena el entorno percibido
(una interoceptividad sería un termino más preciso),
estos puntos deberían constituir el lugar de las actividades
dichas subjetivas. La configuración de estas actividades
nos orientará sobre las categorías etnopsicológicas
y sus contenidos. De manera complementaria, estos puntos perceptivos
definen una exterioridad (una exteroceptividad) que, lejos de un
espacio objetivo disociado del sujeto (como seria el caso para el
sujeto intelectivo), establece una continuidad total entre el sujeto
y su entorno. La primacía de la percepción supone,
en efecto, una disolución de la fractura entre el individuo
y el mundo, con lo que esto significa para los análisis antropológicos
de otros aspectos de la cosmología. Derivada directamente
de la proposición precedente, una teoría sobre el
sentido de la acción ritual parece perfilarse, al menos en
lo que concierne a los ritos que profesan adquirir capacidades de
acción o, dicho de otra manera, poder. Estos tratarían
de cambiar el o los puntos focales de la percepción, proporcionándoles
nuevas capacidades perceptivas, a través de unas determinadas
prácticas que actuarían sobre la interacción
entre la interioridad y la exterioridad.
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